22 de junio de 2017

Big Jay McNeely

Big Jay McNeely haciendo disfrutar a los blanquitos. Los Ángeles, 1953.


Sí, esta foto hecha por Bob Willoughby es una maravilla. Aparte de que Big está tirado en el suelo dándolo todo, lo que sorprende es que el público sea blanco. Estamos en 1953 en el Olympic Auditorium y como veis los blancos se habían empezado a interesar de verdad por una música que les hacía enloquecer. El propio Big nos cuenta como empezó a revolcarse por los suelos: "Cuando tocamos en Clarksville la gente no respondió. Simplemente se quedaron sentados. Yo no podía entender eso. La música por lo general hace a la gente moverse. Así que en el próximo concierto hice algo diferente, me puse de rodillas para tocar y luego me tumbé. La gente se volvió loca. Así que después del concierto me dije -lo haré de nuevo-. Lo hice en Texas con el mismo resultado. Así que de vuelta a Los Ángeles lo hice también. Los chicos se volvieron locos. Les encantaba que estuviera tumbado lanzado al aire mi energía para ellos."


Hay que reconocer que Big tiene estilo
Big Jay McNeely había nacido el 29 de abril de 1927 en Los Ángeles. Desde joven tocó el saxofón y durante el instituto ya tenía su propia banda, pero no fue hasta el 48 cuando el genial Johnny Otis le descubrió. El descubrimiento no fue para nada casualidad ya que Johnny dirigía el Barrelhouse Club, situado cerca de donde vivía Big. Lo contrató para su club y pronto llegó una compañía para grabar a este portento de los escenarios. Deacon's Hop fue el primer éxito de Big, grabado en el mismo 1948.

Su carrera continuó siendo saxofonista de grandes estrellas como Bill Haley o Little Richard, a la vez que daba conciertos en solitario, ¡y qué conciertos! Big, aparte de tocar tirado en el suelo, se paseaba por todo el bar e incluso llegaba a salir a la calle (como luego haría Albert Collins con su guitarra). En una ocasión, dando un concierto en San Diego salió a la calle a tocar y la policía le arrestó por armar escándalo. Tuvieron que ir a comisaría a pagar la fianza para que Big pudiera acabar la canción que su banda continuaba tocando. Tal vez sea una de las canciones más largas de la historia....

En otra ocasión en un campo de béisbol corrió por todas las bases mientras seguía tocando su saxo. Hay que reconocer que tenía fondo, algunos no seríamos capaz de hacerlo ni con una bombona de oxígeno (porque pesan mucho). También tenía un saxofón fluorescente con el consiguiente impacto visual.
¡¡Mírame!! ¡¡Mírame!!
Pero a finales de los 60 los Testigos de Jehová le engañaron con sus profecías, su negación de la evolución y su poco amor a la música, porque Big dejó la industria musical y se hizo cartero. Seremos sinceros, no sabemos si ingresó en la secta antes o después de dejar la música, pero así queda más apasionante la historia. En el 83 volvió a los escenarios y en el 87 fue requerido para los Grammy, entrega en la que se juntó en el escenario con otras leyendas como B.B. King o Etta James. Y ahí sigue en los escenarios...y que dure.

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