9 de febrero de 2018

Melody Gardot, una diva del Jazz

Melody Gardot con sus inseparables gafas de sol
Tuvo un accidente de coche a los 19 años mientras iba tranquilamente con su bicicleta. Sufrió lesiones en la cabeza, médula y pelvis. Durante las primeras semanas estuvo prácticamente sedada: "Tenía tal cantidad de morfina en el cuerpo que alguien podría haberme dicho que me iban a implantar un pene y le hubiera contestado: bien, estupendo, sólo quiero que me enseñes a usarlo." Pero aunque hubiera querido contestar no hubiera podido, tardó meses en recuperar el habla. Y más aún en volver a caminar.

Gracias a las recomendaciones del médico, preocupado por las secuelas del traumatismo cerebral que había sufrido, Melody Gardot compuso unas cuantas canciones mientras todavía permanecía postrada en la cama con bastantes dolores, dificultad para memorizar, pérdida de memoria e hipersensibilidad a la luz (por eso siempre lleva gafas oscuras) y al sonido (empezó a escuchar otro tipo de música mucho más suave). Las secuelas que le quedan de aquel accidente son las dos hipersensibilidades y un bastón que le sirve de apoyo. Después de aquello, una muy digna carrera en el jazz, aunque a tocado otros estilos también. Muchas veces le preguntan sobre si el estilo de su música y letras es debido al accidente: "¿Ray Charles era ciego, Ray Charles era músico o Ray Charles era un músico ciego? Creo que una puerta conduce a otra puerta. Estoy dónde estoy porque vengo de dónde vengo. Así que lo acepto de la mejor manera. Es como el vino y el viñedo. No puedes cambiar la tierra de la que nace la uva, pero cada año cobra un sabor distinto."

Elegante siempre son su bastón
El jazz de Melody Gardot (le pondremos el apellido porque sino alguno se va a la de los gorilas, uh uh uh) melancólico. Es jazz, aunque el rhythm and blues siempre está presente. La sensibilidad de ella queda demostrada no solo en sus letras, también en su vida, como demuestra esta anécdota: "Una vez conocí a un hombre que estaba durmiendo en la calle, en Venice, California. Muy cerca de un lugar en el que los alquileres son altísimos, prohibitivos. Pero él estaba en la zona pobre, a sólo unos metros de la rica. Estaba ahí, en un callejón, entre la basura. Mirabas a un lado y al otro, y parecía como si hubiera un muro de Berlín entre medias. A un lado había basura, ratas, gente mendigando, y al otro coches de lujo, perros recién salidos de la peluquería. De verdad, no quiero que esto parezca exagerado, pero era como la barrera entre el mundo de los vivos y de los muertos. En el lado rico todo eran sonrisas y cutis perfectos, en el pobre la gente deambulaba como zombies, escarbando en la basura para encontrar algo de comida. Yo acababa de salir de un restaurante. Y siempre que como en un restaurante, me llevo la comida que me sobra. Obviamente, me acerqué a aquel hombre y se la di. Era un hombre negro, con unos ojos penetrante y preciosos, y mientras empezó a comer, me contó que era de Alabama, que había viajado al oeste para probar suerte. Empezamos a hablar de amor, religión, política, una conversación interesantísima. Y en un momento dado le interrumpí y le dije: ¿Puedo hacerte una pregunta?. Él me contesto que sí, y le dije: ¿Te das cuenta de lo inteligente que eres? ¿Y de lo buena persona que eres? ¿Por qué no sales de aquí ahora mismo e intentas hacer algo con tus conocimientos y tu buena voluntad? Podrías ser incluso un predicador, si quisieras. Él me contestó: No. He viajado mucho, he vivido mucho. Ya he visto demasiado, y creo que después de eso ya no pueda ser una buena persona. Nunca más. Estoy aquí simplemente esperando a que me llegue mi hora. Esperando a morir. En ese momento le abracé, y le supliqué que hiciera algo, que lo hiciera por mí. Pero entonces él miró al otro lado del "muro", y supe que jamás podría romperlo."

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