17 de febrero de 2019

Bombino: en el desierto también suena el rock

Bombino
La música no tiene fronteras. El rock and roll tampoco. Y aunque nos vayamos entre los tuaregs del Sahara lo encontraremos. Y de calidad. Uno de los ídolos de este pueblo es Omara Moctar, conocido mundialmente como Bombino. Su música es una mezcla de rock, blues y sonidos del  folclore tradicional tuareg.

La vida de Bombino es la vida de África: exilios, guerras, hambre. Nació en 1980 en un pequeño poblado nómada de tuaregs, a 80 km de la ciudad de Agadez en Nigeria. A los 10 años vivió la rebelión tuareg contra el gobierno de Nigeria y debido a la violencia que desató se vio obligado a exiliarse a Argelia y Libia, donde vivió como pastor. El conflicto se originó en los 90 tras años de sequías y hambrunas. Muchos tuaregs se vieron obligados a ir a campos de refugiados, pero tras la desidia y falta de ayuda prometida por el gobierno nigeriano se rebelaron. El gobierno nigeriano, por lo que sea, no se lo tomó bien y se dedicó a perseguir, torturar y matar a decenas de tuaregs. "Fueron tiempos muy duros. Vi mucho dolor, pobreza y estrés. De todos aquellos traumas me quedo con cómo me formaron a nivel personal." 

Su afición a la música viene de su abuela, con la que se crió y que continuamente le entonaba canciones populares. Y su amor a la guitarra fue una casualidad, un primo suyo abandonó una. Y la atracción que produjo en Omara aquellas 6 cuerdas fue creciendo poco a poco mientras desentrañaba sus misterios. Años después, en una boda, el guitarrista Heja Bebe le descubrió y le invitó a unirse a su banda.
Bombino con su hoguera. Por las noches es que en el desierto refresca.
Pero el éxito no llegó tan fácilmente. Durante años la guitarra eléctrica era vista en Nigeria como algo peligroso. "Yo no veo mi guitarra como un arma, sino como un martillo con el que construir una casa para mi gente." Dos de sus amigos músicos fueron asesinados y él tuvo que volver a exiliarse, esta vez a Burkina Faso. Pero el rock siguió recorriendo sus venas. Por aquella época ya había disfrutado del rock de Dire Straits, Led Zeppelin o Jimi Hendrix. "Cuando escuché por primera vez a artistas como Dire Straits o Jimi Hendrix sentí como si estuviera flotando. La ligereza de esa música, la libertad que desprendía... Afianzó mi obsesión por la guitarra y me hizo convencerme de que yo también quería experimentar algo así sobre el escenario."

En 2009 por fin pudo grabar un disco y su fama empezó a extenderse mundialmente. Pero nunca ha olvidado su cultura y el abandono al que está sometido su pueblo. "Aquí (en Europa) no solo programáis el día siguiente, sino el otro y el otro. Es muy estresante. El mundo sigue su curso, tú solo debes despertar y decirle buenos días a tu vecino, tu amigo. Y, en un piso de una gran ciudad, tu vecino no es tu amigo." "Las empresas extranjeras explotan nuestros recursos, pero no ayudan a la población. Es un país independiente, pero subyace el colonialismo. Los tuaregs somos muy abiertos. Si un tuareg te invita a su tienda, todo lo suyo es tuyo. Me parece bien compartir mi región, pero se aprovechan de la hospitalidad para hacerse con la tierra. Deberían respetar nuestro hogar."

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