"Es como si lograra la más pura esencia de la melancolía de este mundo, de todos los infortunios y todos los sueños rotos a los que has debido renunciar y la vertiera en un diminuto frasco y lo tapara. Y cuando empieza a tocar y a cantar, es como si destapara el frasco y tú pudieras percibir su aroma. Te sientes pegado al asiento, como si estuvieras ante un muro de ruido, pero no lo estás, porque es quietud, y silencio, y no quieres ni respirar para no espantar el prodigio". (Nick Hornby en su novela de suicidas En picado)
Un genio no puede ser olvidado. Puede morir antes de ser reconocido, pero vuelve a aparecer tarde o temprano. Es lo que pasó con Rimbaud y es lo que pasócon Nick Drake. Por una parte es trágico, pero por otra tiene algo de magia. Su leyenda lo tenía todo para resultar atractiva: el misterio (sólo concedió una entrevista en toda su vida) el malditismo, la belleza distante de sus fotos y la tragedia de su muerte prematura, tan propia de los mitos del rock.
Nacido en 1946 en la Birmania colonial, Nick se trasladó a los seis años con su familia al Reino Unido, donde vivió una plácida y silenciosa infancia en la campiña inglesa. Los ambientes bucólicos marcarían para siempre la música del cantautor. Tanto como las frágiles canciones de su madre, compositora aficionada. Tras pasar por la Universidad de Cambridge, donde según cuentan sus amigos estuvo más tiempo fumando porros y tocando la guitarra que en clase, Drake se mudó a Londres con la intención de abrirse camino como músico.
Five leaves left (Cinco hojas restantes), cuyo título hace referencia al aviso que aparece en los librillos de papel de fumar cuando están a punto de acabarse, se publicó en 1969. Y hoy suena igual de fresco, contemporáneo y relevante que el primer día. A pesar de sus innovaciones fue un rotundo fracaso comercial. En él no había alegría, ni estribillos tarareables, ni nada que conectara con los hijos de la era de Acuario.
Hay un árbol en el paraíso. Los peregrinos le llaman el árbol de la vida |
El 25 de noviembre de 1974, Nick Drake apareció muerto en su cama. Había ingerido una dosis letal de los antidepresivos recetados por su psiquiatra. Su familia se resiste a creer que fuera un suicidio, porque Drake se había mostrado animado y dispuesto a retomar su carrera en los días anteriores. "Me gusta mucho lo que dijo su hermana sobre el tema", afirma su madre: "Probablemente se las tomó pensando: Si me levanto, es un nuevo comienzo, y si no, bueno... entonces ya está".
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