17 de noviembre de 2017

Walter en La naranja, Wendy en El resplandor

Walter Carlos a finales de los 60, aunque Wendy ya se asomaba...
A los 6 años, Walter Carlos, que había nacido en 1939 en Rhode Island, ya era un niño prodigio. Durante su niñez compuso piezas de música clásica y construyó incluso un ordenador casero. A los 17, y entramos en el meollo de su música, creó sus primeras grabaciones electrónicas, que serían la base de su prolífica carrera. Después de realizar estudios de música y física se encontró con un tal Robert Moog. Y ya sabemos todos lo que tenía entre manos, el sintetizador Moog (ese aparatito que tantas alegrías y tantos disgustos, sobre todo en los 80, nos ha dado).

Llegamos a un año culmen para Walter, 1968. Este año salió al mercado Switched-on Bach, interpretaciones de diversas piezas del más grande de la música clásica, Johan Sebastian Bach. Con este disco alcanzó una fama inimaginable, siendo el primer álbum de música clásica en ser disco de platino. Y no era nada fácil para aquella época, tal y como nos explica su creador: "Al principio de los 60 era muy difícil conseguir que la gente escuchase, ni hablamos de tomarse en serio, cualquier música que fuese producida de forma electrónica. El público general la consideraba vanguardista en el peor sentido de la palabra, absolutamente sin ningún valor positivo o interés comercial. En realidad, casi toda la música hecha con medios electrónicos entonces eran composiciones originales de música contemporánea. Era la disonancia, la dodecafonía, lo aleatorio, la elusión de la melodía o armonía y otros rasgos distintivos de la música moderna lo que hicieron de esta experiencia algo tan hostil y ajeno para tantas personas. La música electrónica hecha con las mismas características no era ciertamente mejor, pero tampoco peor. Sin embargo, el medio electrónico estaba ya maldito".

Y por allí andaba Kubrick, siempre deseoso de encontrar una historia, un libro, una composición que le sirvieran de inspiración para sus portentosas películas. Así, en 1971 Walter Carlos creó la banda sonora de La naranja mecánica. Para Kubrick, la música era un aspecto general de todas sus películas, la cual escogía y mimaba con fervor. Existen varios momentos en que la música de Walter es omnipotente, pero nos quedamos con esa intro en la que se nos presenta a nuestros queridos drugos y El Moloko.


Y Walter dejó de ser Walter y pasó a ser Wendy. 7 años después de su cambio de sexo realizó su primera entrevista como Wendy en Playboy. Y, como Wendy, volvió a estar a las órdenes de Kubrick para crear una atmósfera oscura y sobria.  Al final, el bueno de Stanley sólo usó dos piezas, entre ellas el usado en arranque de la película (basado en el Dies Irae del siglo XIII). El resto sigue sin publicarse, y es una pena porque ella mismo dijo que era de lo mejor que había hecho hasta la época. Los derechos los tiene la familia de Kubrick.



A pesar de haber estado toda su vida realizando música electrónica, en una entrevista de 2007 realizaba unas declaraciones sobre la música actual en las que estamos completamente de acuerdo: "Es muy trágico que las cajas de ritmos hayan reemplazado a los baterías de carne y hueso. Su presencia es tan abrumadora que quienes las escuchan ya se han resignado al concepto de un ritmo rígido, fascista, como el repiqueteo de un martillo en una fábrica. El ritmo cuantizado es rígido y mecánico. Nos estamos convirtiendo en robots y eso es horrible". Amén. 

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